Los ponientes y las generaciones.
Los días y ninguno fue el primero.
La frescura del agua en la garganta
de Adán. El ordenado Paraíso.
El ojo descifrando la tiniebla.
El amor de los lobos en el alba.
La palabra. El hexámetro. El espejo.
La Torre de Babel y la soberbia.
La luna que miraban los caldeos.
Las arenas innúmeras del Ganges.
Chuang-Tzu y la mariposa que lo sueña.
Las manzanas de oro de las islas.
Los pasos del errante laberinto.
El infinito lienzo de Penélope.
El tiempo circular de los estoicos.
La moneda en la boca del que ha muerto.
El peso de la espada en la balanza.
Cada gota de agua en la clepsidra.
Las águilas, los fastos, las legiones.
César en la mañana de Farsalia.
La sombra de las cruces en la tierra.
El ajedrez y el álgebra del persa.
Los rastros de las largas migraciones.
La conquista de reinos por la espada.
La brújula incesante. El mar abierto.
El eco del reloj en la memoria.
El rey ajusticiado por el hacha.
El polvo incalculable que fue ejércitos.
La voz del ruiseñor en Dinamarca.
La escrupulosa línea del calígrafo.
El rostro del suicida en el espejo.
El naipe del tahúr. El oro ávido.
Las formas de la nube en el desierto.
Cada arabesco del calidoscopio.
Cada remordimiento y cada lágrima.
Se precisaron todas esas cosas
para que nuestras manos se encontraran.

Intramuros (vengo del río)

...Vengo del río. ¿Pensás que estoy un poco loco? Ni mucho ni poco. Si no enloquecí en otras circunstancias, creo que a esta altura ya estoy vacunado contra la locura. Y sin embargo, vengo del río. Hace unas semanas descubrí el sistema. Antes los recuerdos me asaltaban sin orden. O sea, que los recuerdos me dominaban. Y una tarde pensé: por lo menos vos a librarme de este dominio. Y a partir de entonces, soy yo quien dirijo mis recuerdos. Parcialmente, claro. Siempre hay momentos del día (generalmente cuando me invade el desánimo o me siento jodido) en que los recuerdos aún me zarandean. Pero no es lo corriente. Lo normal es que ahora planifique la memoria, o sea, que decida qué voy a recordar. Y así decido recordar, por ejemplo, una lejana jornada de escuela primaria, o una noche de farra con amigos, o los vaivenes (hasta donde eso puede efectivamente recordarse) de alguna de mis escasas borracheras, o un diálogo a fondo con el viejo. Es claro que todo eso lo voy alternando con los recuerdos que se refieren a vos, pero aún en éstos he decidido poner orden. Porque si no pongo orden, todas tus imágenes se concentran en tu cuerpo, en vos y yo... Y eso no siempre me hace bien. Pasa a ser una constancia dolorosa de tu ausencia. O de mi ausencia. Primero gozo angustiosa y mentalmente. Disfruto en el vacío. Luego me deprimo. Y el bajón me dura horas. De manera que cuando te digo que tambíen en este campo tuve que poner orden, quiero decir que he decidido incorporar otros recuerdos que te (y me) atañen y que son tan decisivos y valiosos como las noches de nuestros cuerpos. Hemos tenido tantas conversaciones que, para mi al menos, son inolvidables. ¿Te acordás del sábado en que te convencí (después de cinco dialécticas horas) de los nuevos caminos? ¿Y cuándo estuvimos en Mendoza? ¿ Y en Asuncion? No importa el orden de las fechas. Importa el orden que impongo a mis evocaciones. Por eso empecé diciéndote que hoy vengo del río...

quedandote o y e n d o t e


Y deberás plantar
y ver así a la flor nacer.
Y deberás crear
si quieres ver a tu tierra en paz.

El sol empuja con su luz
el cielo brilla renovando la vida.
Y deberás amar
amar, amar hasta morir
y deberás crecer
sabiendo reír y llorar
.
La lluvia borra la maldad
y lava todas las heridas de tu alma.
De tí saldrá la luz
tan sólo así serás feliz.

Y deberás luchar
si quieres descubrir la fe.

LA LLUVIA BORRA LA MALDAD
Y LAVA TODAS LAS HERIDAS DE TU ALMA.
La fuerza del fuego
la voz que responde por tí, por mí.
Y esto será siempre así
quedándote o yéndote
.

Don Rafael (Quitar los escombros)


... Estuvo un rato en silencio. Arrolló y desenrolló multiples veces uno de sus lindos mechones negros, y luego dijo déjalos si déjalos, no intervengas salvo que te lo pidan, déjalos y verás que la vida, no sólo como tú dices, sigue, sino que además se acomoda, se reajusta. Quizá tenga razón. Todo este terremoto nos ha dejado rengos, incompletos, parcialmente vacios, insomnes. Nunca vamos a ser los de antes. Mejores o peores, cada uno lo sabrá. Por dentro, y a veces por fuera, nos pasó una tormenta, un vendaval, y esta calma de ahora tiene árboles caídos, techos desmoronados, azoteas sin antenas, escombros, muchos escombros. Tenemos que reconstruirnos, claro: plantar nuevos árboles, pero tal vez no consigamos en el vivero los mismos tallitos, las mismas semillas. Levantar nuevas casa, estupendo, pero ¿será bueno que el arquitecto se limite a reproducir fielmente el plano anterior, o será infinitamente mejor que repiense el problema y dibuje un nuevo plano, en el que se contemplen nuestras necesidades actuales? Quitar los escombros, dentro de lo posible; porque también habrá escombros que nadie podrá quitar del corazón y de la memoria...

i d o n ´ t w a n n a v a i t i n v a i n f or y o u r l o v e .



Pero cuando sopla el viento sur me arrastro hasta tu latitud,
y te busco en el fondo de un bar, o en las calles de cualquier ciudad.
Barriletes de desilusion, todo cambia y también cambio yo.
Me da miedo saber la verdad. Si te encuentro entonces, ¿qué verás? -
m e d u e r m o , t e s u e ñ o ,
q u e b u e n o , q u e b u e n o


Nunca quise apurarte y que te quemes mal.
Mis dedos solo sirven para tocarte a ti.
Un beso, otro beso y la pena se va con el humo,
y dicen que aquí no podemos hacerlo -