Intramuros (vengo del río)

...Vengo del río. ¿Pensás que estoy un poco loco? Ni mucho ni poco. Si no enloquecí en otras circunstancias, creo que a esta altura ya estoy vacunado contra la locura. Y sin embargo, vengo del río. Hace unas semanas descubrí el sistema. Antes los recuerdos me asaltaban sin orden. O sea, que los recuerdos me dominaban. Y una tarde pensé: por lo menos vos a librarme de este dominio. Y a partir de entonces, soy yo quien dirijo mis recuerdos. Parcialmente, claro. Siempre hay momentos del día (generalmente cuando me invade el desánimo o me siento jodido) en que los recuerdos aún me zarandean. Pero no es lo corriente. Lo normal es que ahora planifique la memoria, o sea, que decida qué voy a recordar. Y así decido recordar, por ejemplo, una lejana jornada de escuela primaria, o una noche de farra con amigos, o los vaivenes (hasta donde eso puede efectivamente recordarse) de alguna de mis escasas borracheras, o un diálogo a fondo con el viejo. Es claro que todo eso lo voy alternando con los recuerdos que se refieren a vos, pero aún en éstos he decidido poner orden. Porque si no pongo orden, todas tus imágenes se concentran en tu cuerpo, en vos y yo... Y eso no siempre me hace bien. Pasa a ser una constancia dolorosa de tu ausencia. O de mi ausencia. Primero gozo angustiosa y mentalmente. Disfruto en el vacío. Luego me deprimo. Y el bajón me dura horas. De manera que cuando te digo que tambíen en este campo tuve que poner orden, quiero decir que he decidido incorporar otros recuerdos que te (y me) atañen y que son tan decisivos y valiosos como las noches de nuestros cuerpos. Hemos tenido tantas conversaciones que, para mi al menos, son inolvidables. ¿Te acordás del sábado en que te convencí (después de cinco dialécticas horas) de los nuevos caminos? ¿Y cuándo estuvimos en Mendoza? ¿ Y en Asuncion? No importa el orden de las fechas. Importa el orden que impongo a mis evocaciones. Por eso empecé diciéndote que hoy vengo del río...

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